Mis dedos resbalan por tus anillas buscando una inspiración perdida. Ya hace tiempo que mi mente había dejado de pintarte palabras y escribirte lo que mis ojos ven. Imágenes de una filosofía que cambia cada segundo sin saber si es madurez o inmadurez, si me hace mejor o peor, o si es el néctar de la vida o el fruto venenoso que pone el punto y final. Acabo de cerrar las páginas del último libro que me lleva más allá, libro donde se narra quien una vez soñé ser, y que sin salir de la ficción, yo estaría encantado de convertir en realidad. En sus páginas la muerte no da respuestas mientras se convierte en algo distinto. Yo busco mi posicionamiento en el infinito, ¿qué más me da estar aquí o allí? Sólo soy un punto que no está ni a la derecha ni a la izquierda, el rumbo a seguir es insignificante y todos los caminos fueron cubiertos por la misma arena. Ahora mi vida es un desierto de ideas, miles de dunas de pensamientos que descansan en el oasis de los primeros labios que me piden respuestas. ¡No veis que en mi inmadurez está mi falta! ¡Que yo no puedo ser como vosotros! Yo no busco sentido si no todo lo contrario, busco sumergirme en un mar de dudas con la única condición de no hacer daño a los que quiero. Abrazándome a aquellos que comparten una sola palabra de mi pensamiento más complejo. Me siento distinto pero no único, me siento especial pero no mejor. No pienses que te miro desde arriba, si no que vivo arrodillado agradeciéndote que estés a mi lado. Ya sólo me cabe esperar que mi nombre sea ¿quién soy?, y mis apellidos ¿a dónde voy? y ¿qué puedo esperar?, mientras mi cuerpo se convierte en el camino de la sangre que se oscurece cada día.
lunes, 27 de julio de 2009
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