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viernes, 13 de noviembre de 2009

EL POZO



Le di la vuelta a mi lengua para decir lo que no pensaba, convertí mis lágrimas en sonrisas para adorar a la falsedad, vomité buenas intenciones buscando la superficialidad y al final del camino encontré la salida. ¿Qué dirección tomar? ¿Volver a empezar? ¿Repetir? ¿Cambiar? Lo mismo da me volveré a equivocar. Me gusta firmar en las piedras que frenaron mi andar, me gusta sentarme en ellas a repasar. Repasar los errores para perfeccionarlos y hacerlos mejores, convertirlos en los grandes equívocos que hagan que tú puedas criticarme. Así camino haciéndome esguinces, rompiendo mis huesos en una adaptación a los dolores, cada vez los siento menos, sujeto el alma como el globo de helio que sabes que acabará escapándose. Maté al niño que quiso cambiar el mundo, el adolescente que hizo del romanticismo su bandera, el joven que pensó que existía la verdad; y ahora anhelo ser un viejo, tener alguna respuesta más y ver apagarse la vela a la velocidad de la electricidad. Ya veo como el cansancio se apodera de mi alma, las lágrimas ya no sirven, la mente no me dice nada; toma tu decisión, deja de aplazarla, sabes que tu vida ya no te aporta nada. Vendes filosofía barata, escupes palabras descontextualizadas, te escondes en la inteligencia cuando tu idiotez es tu mayor virtud, hablas, hablas y no paras de hablar, para decir siempre lo mismo te podías callar. Ahora que una vez más estás perdido, ahora que una vez más no te importa encontrarte, ahora que deseas ser otro, ahora sabes que ya es tarde. Cada vez tu impulso contra el fondo es más débil, cada vez tu cabeza busca más el desasosiego, tu sonrisa paga peajes y tu alegría se enamoró de la mentira. Quizás por una vez podrías dejar de ser un cobarde y ser quien de verdad eres. Te has escondido tanto que el resto de niños han terminado el juego y se han ido a sus casas, ahora que vez anochecer sólo y asustado, quizás debas adentrarte en el bosque y luchar contra tus monstruos, porque quizás en tu derrota esté tu salvación.