Sopla el viento, no para el segundero, se va el sol y todo sigue igual. Suena triste pero no lo es, no existe la tristeza, no existe la alegría, en realidad todo da igual. Soy tan insignificante que puedo hacer cosas grandes. El hecho de ser consciente de mi minúscula importancia siento que me engrandece, me derriba barreras, sopla todas las pajas que hay en mi ojo y soy capaz de descifrar alguno de los jeroglíficos de la realidad. Por qué hay algo más real que la insignificancia de la vida y muy por encima lo poco que importan las nuestras propias. Ni el hombre más grandioso que ha pisado la tierra ha conseguido que sin él todo dejara de funcionar. El mundo sigue, nada detiene el reloj, sí artificialmente quitándole las pilas, pero sólo es eso, artificial. Porque podemos quitarle las pilas a nuestras vidas pero todo sigue funcionando en los demás relojes. A veces cuando paseo y observo grandes bloques de apartamentos, todos iguales, y pienso la de vidas que allí acontecen, muchas sin interrelacionarse, me doy cuenta de lo insignificante que es el ser humano. Seis mil millones de corazones igual de importantes e insignificantes, miles de vidas que mueren, miles d vidas que enferman, miles de vidas que nacen y nada importa. Si nuestras vidas tienen el valor de las lágrimas que producimos al desaparecer y que ninguno de nosotros lograría cambiar el nivel del mar, ni siquiera podríamos amargar su ya de por si mal sabor. Por eso creo que cada día sonrío mas, la ironía es mi respuesta, si la vida no nos da nada yo le ofrezco mis dientes para que los disfrute.
miércoles, 28 de enero de 2009
jueves, 22 de enero de 2009
BELLEZA
Y la belleza se instaló en los ojos del que estaba mirando. Y toda la subjetividad se hizo irrechazable. Sólo él podía disfrutarlo porque los demás ojos estaban cerrados. ¿Habrá belleza mayor? Pues depende del receptor. Yo lo veo redondo, los demás cuadrado, y es que no vemos lo mismo ni con los ojos cerrados. Yo me miro al espejo, y él me mira a mí, so somos la misma persona, tú eres sólo una imagen, y yo mira lo que viví. Pero muchas veces me ganas la partida y el resto de personas se olvidan de mi vida. Me miráis por fuera, yo lloro por dentro, y si te sonrío te vas más contento. Préstame tus ojos que yo me quiero ver, así quizás algún día al espejo me pueda parecer. Ahora la belleza se disfraza de mujer, yo no sé si veo el espejo o mi mismo parecer, es tan natural, que todo lo que hay dentro se vuelve de cristal. La belleza se vuelve frágil cuando su interior decide desnudarse sin permiso. Qué bonita eres cuando estás desnuda, que pena que nuestros ojos no estén preparados para verla. Porque una imagen vale más que mil palabras y nuestra foto nos tendió una trampa. Y el espejo no es tan guapo, ni tú eres tan feo y la distancia que os separa se arreglaría con una sencilla conversación. Ambos descubrirías el amor que os une, sois la misma sangre y en tus arrugas se escriben las bonitas cosas que os han pasado juntos. Si los demás apartan la mirada cuando pasáis de la mano, ese problema no es vuestro. Además la gente que os quiere, que es la que importa, se acercará y os dará un abrazo. Pero si decidís llevaros mal, sólo atraeréis el fantasma de la superficialidad que vagará siempre a vuestro lado, y un reflejo será el único amor de vuestra vida. Bueno belleza me despido de ti, espero que no sigas envejeciendo al lado de tus dueños, que seas independiente y te desnudes sólo ante quien te quiera mirar. Porque mirar es más fácil, pero nunca será propiedad de los impacientes.
lunes, 19 de enero de 2009
SOLEDAD
La soledad organizó una fiesta y yo no fui invitado. ¿Por qué? le pregunté. Y ella silenciosa me dio la espalda y se marchó. Yo entonces sonreí porque sabía que volvería, no puedes vivir sin mi soledad. No se puede abandonar a quién tanto tiempo ha pasado contigo. Puede que ahora no me necesites, que otros brazos te acojan para que tú puedas despecharte. Pero yo sé que es a mí a quien amas, es a mí a quien te encanta acompañar, y algún día volverás y ya no te irás. Aunque ahora estés lejos yo sigo notando tu presencia en mis solitarias noches, es como si me vigilaras en silencio y escondida. Esperando a que una lágrima pasee por mi rostro para llamar a la puerta y volver a instalarte en mí casa. Cualquier día abriré la puerta y tú estarás cocinando angustia para mí. Te acostarás a mi lado para contarme siempre el mismo cuento por las noches. Y por la mañana tu rostro vacío será mi primera visión. Yo sé que tú estás convencida de que pronto desfalleceré y podrás aprovecharte de mi debilidad. Pero ahora mismo tengo un arma muy poderosa contra ti, un corazón sano y fuerte. Un corazón hecho en el gimnasio de la vida, educado en las duras calles del amor, endurecido con las cicatrices que le regaló la vida y con la sabiduría del que sabe más por viejo que por presumido. Así que soledad, no tires aquella foto que te regalé porque a lo mejor será el vínculo que te una a mí por el resto de mis días. Tú sabes mejor que nadie que el roce hace el cariño, pero yo sé que rozarse con piedra produce heridas, así que vete a marcar a otro que prefiero sangre en mi corazón que veneno en mi cabeza.
viernes, 16 de enero de 2009
CARPE DIEM
Y yo suspiré, la noche había cerrado el telón con el calor de la luz del sol y las lágrimas del rocío. La euforia se torno en vacio, el vacio del alma artificial, la soledad de un corazón triste, la sonrisa de la que se enamoró la falsedad. Unos ojos brillantes y unos labios rojos me hicieron olvidar la realidad por un momento, y una canción nos unió bajo la lluvia de una cerveza fresca. Pero todo sueño tiene fin, toda sonrisa evita la eternidad y una pared sujeta mi mirada perdida entre las gentes. La pena me acoge como su amiga y yo disimulo la tristeza y me lio a bolazos de nieve. Cada noche es diferente y mi corazón late igual, ayer me bañaba en risas bajo el calor de la música y la fría caricia del alcohol, hoy es otra canción, el vaso quema más fuerte mis entrañas y los ojos que me miran son distintos. Pero mi corazón sigue haciendo tic tac al mismo compás de una canción triste. Quemo cada segundo al máximo, exprimo todo mi tiempo con una sonrisa eterna y, aun así, el carpe diem sigue siendo mi cruzada, mi búsqueda del cáliz bendecido con la bebida de la felicidad. Quizás esté en aquellos labios, o en unos ojos que me miran desde el silencio, quien sabe si no será ese abrazo que tú me pediste para poner punto y final. La única verdad es que no voy a desfallecer, que en la búsqueda está el romanticismo, y si ser romántico es el mayor de los pecados, que mi infierno particular tienda una alfombra roja porque entraré con paso triunfal, mientras no para de sonar aquella canción que un día me lo hizo comprender todo.
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