Sopla el viento, no para el segundero, se va el sol y todo sigue igual. Suena triste pero no lo es, no existe la tristeza, no existe la alegría, en realidad todo da igual. Soy tan insignificante que puedo hacer cosas grandes. El hecho de ser consciente de mi minúscula importancia siento que me engrandece, me derriba barreras, sopla todas las pajas que hay en mi ojo y soy capaz de descifrar alguno de los jeroglíficos de la realidad. Por qué hay algo más real que la insignificancia de la vida y muy por encima lo poco que importan las nuestras propias. Ni el hombre más grandioso que ha pisado la tierra ha conseguido que sin él todo dejara de funcionar. El mundo sigue, nada detiene el reloj, sí artificialmente quitándole las pilas, pero sólo es eso, artificial. Porque podemos quitarle las pilas a nuestras vidas pero todo sigue funcionando en los demás relojes. A veces cuando paseo y observo grandes bloques de apartamentos, todos iguales, y pienso la de vidas que allí acontecen, muchas sin interrelacionarse, me doy cuenta de lo insignificante que es el ser humano. Seis mil millones de corazones igual de importantes e insignificantes, miles de vidas que mueren, miles d vidas que enferman, miles de vidas que nacen y nada importa. Si nuestras vidas tienen el valor de las lágrimas que producimos al desaparecer y que ninguno de nosotros lograría cambiar el nivel del mar, ni siquiera podríamos amargar su ya de por si mal sabor. Por eso creo que cada día sonrío mas, la ironía es mi respuesta, si la vida no nos da nada yo le ofrezco mis dientes para que los disfrute.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
la vida es única, loca tanbien!
ResponderEliminarlinda reflexión
mi asturiano bonito
bsos
Ornella
muy interesantes tus escritos, javi, no sabia que eras tan excepcional, me alegra conocer más a fondo tu forma de ver la vida.
ResponderEliminarun abrazo...
HEIDY
Javi me ha encantado tu blog, ¡¡ojala el destino te dé la oportunidad que te mereces.
ResponderEliminar