El problema empezó cuando Eva le regaló aquel fruto rojo a Adán. Le estaba dando su corazón para que lo convirtiera en sangre. Cuantas lágrimas desde entonces cayeron a la vez que el goteo rojo, cuánto dolor por regalar lo que nos pertenece, por no cuidar el regalo más bello de todos, nuestra vida. Pecado debería ser dar lo que nos es regalado, el latir, respirar, sentir, ser… humano es un regalo, y no podemos dar nuestras vidas a los demás, nos pertenecen, no se traspasan ni se alquilan. Las vidas se cuidan con recuerdos y se adornan con buenas compañías, pero no se dan, porque quien va a cuidarte mejor que tú mismo, tú que controlas tus latidos, tú que te alimentas y te das el oxígeno que necesitas. Ama tu vida como nunca jamás amaste, adora cada centímetro de tu cuerpo porque es el más maravilloso legado de los que un día se unieron para hacerte persona, uno sólo que eres, uno sólo que te perteneces, el más importante para ti, lejos de colores, géneros o estados. Rézate cada día y alábate cada segundo, porque tu vida es tu Dios, tú eres tu propio DIOS.
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